jueves, 17 de marzo de 2016

Semana Santa

por Ana Avilés

Este domingo 20 de marzo inician las fiestas de semana santa que tradicionalmente se festejan en muchos países, pero ¿Qué es realmente la semana santa? No, no son vacaciones solo para ir a la playa. En semana se recuerda la crucifixión y resurrección de Jesús según lo cuenta la historia. Para explicarles mejor les contare cuales son las tradiciones que ocurren en toda la semana:

Domingo de Ramos: La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Sucedió el domingo anterior a su muerte. Fue una entrada grandiosa y al mismo tiempo, humilde. La ciudad estaba llena de peregrinos para celebrar la pascua judía. Una gran multitud rodeó a Jesús y con ramos de olivos y palmas en las manos, lo acompañó en su entrada en la ciudad, entre cánticos y exclamaciones. Muchos lo seguían con fe y esperanza.


En este día la celebración de la misa comienza con la bendición de las palmas y ramos de olivo que llevan los asistentes y una vez comienza el oficio se realiza la lectura del relato completo de la Pasión, que en algunos templos es dramatizado y es leído entre tres personas para enfatizarlo más.
Dado que éste es el hecho principal que se celebra en este día las procesiones más conocidas aluden a él, sin embargo, al ser el comienzo de todos los festejos también nos es posible encontrar diferentes hermandades que procesionan en este día y representan otros pasajes distintos de la Pasión.

Otra curiosidad de este día que en algunos hogares se ha hecho popular es ese dicho de:"¡Domingo de Ramos! Quien no estrena, no tiene manos". En ese día mucha gente tiene la costumbre de estrenar algo, normalmente una prenda de vestir, lo cual dentro de la superstición popular significa que se tendrá buena suerte hasta el próximo año.

Lunes Santo: La expulsión de los mercaderes. En el Evangelio según San Juan, Jesús visita el Templo de Herodes, en cuyo patio vendían “bueyes y ovejas y palomas” en un clima comercial parecido a la idea contemporánea del mercado, con presencia además de “los cambistas allí sentados”. Ante el escenario, narra el joven apóstol de Jesús, que su maestro “empezó a echar a quienes estaban comprando y vendiendo cosas allí. Derribó las mesas de los que cambiaban dinero y las bancas de los que vendían palomas”. San Juan especifica que “hizo un látigo de cuerdas y echó a todos del área del templo”.

Mientras expulsaba a los mercaderes, criticaba que habían convertido su casa en una “guarida de ladrones” y no les permitió entrar con mercancías al templo. San Marcos amplía que lo oyeron los escribas y los principales sacerdotes, y buscaban cómo quitarle la vida; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba maravillado de su doctrina”.

Martes Santo: El Martes Santo continúan las celebraciones de la Semana Santa cristiana, que conforme va acercándose los días de los principales cultos (Jueves y Viernes Santo) siguen su reflexión acerca de diversos pasajes de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret. Son días propicios para la reflexión profunda en los que la Iglesia nos invita como en una “última llamada” a acercarnos al sacramento de la confesión con el fin de estar preparados para vivir la Vigilia Pascual y el gran acontecimiento de la Pascua. El cristiano debe estar en gracia de Dios para participar con toda la Iglesia del gran banquete de la Eucaristía en la Misa más importante del año.

Miércoles santo: Marca el final de la Cuaresma y el comienzo de la Pascua. El Miércoles Santo es el día en que se reúne el Sanedrín con Judas Iscariote, el tribunal religioso judío, para condenar a Jesús.
El Evangelio de San Juan dice que Judas Iscariote quería mantener el dinero para sí mismo porque “en realidad no le importaban los pobres” y era quien manejaba la bolsa común del grupo. Luego Judas fue al Sanedrín reunido y ofreció entregarles a Jesús a cambio de dinero. A partir de este momento, Judas Iscariote buscaba una oportunidad para traicionar a Jesús.

Este episodio es el que convirtió los miércoles en días de ayuno. Hoy es el primer día de luto de la iglesia, en que se celebra el OFICIO DE TINIEBLAS, una especie de funeral por la muerte de Jesús. Los pasos y procesiones de este día reflejan el aumento del dramatismo.

Jueves santo: La última Cena. 
El Jueves Santo es el momento central de la Semana Santa y del año litúrgico y para los creyentes es el día en que el hijo de Dios hecho hombre celebró la Eucaristía en la Última Cena donde anunció que uno de sus fieles apóstoles se traicionaría, se produjo el lavatorio de pies y se realizó la oración en el huerto.



San Pablo completa el retablo recordando a todas las comunidades cristianas lo que él mismo recibió: que aquella memorable noche la entrega de Cristo llegó a hacerse sacramento permanente en un pan y en un vino que convierten en alimento su Cuerpo y Sangre para todos los que quieran recordarle y esperar su venida al final de los tiempos, quedando instituida la Eucaristía.
Antes de ser entregado, Cristo se entrega como alimento. Sin embargo, en esa Cena, el Señor Jesús celebra su muerte: lo que hizo, lo hizo como anuncio profético y ofrecimiento anticipado y real de su muerte antes de su Pasión.


Encarcelamiento de Jesús
Según los Evangelios Canónicos, tras la Última Cena, Jesús y sus discípulos fueron a Getsemaní, un jardín situado al borde del valle de Cedrón, que probablemente era un huerto de olivos. Una vez allí se describe como Jesús abandona al grupo y se retira para rezar en privado. Los Evangelios sinópticos mencionan que Jesús le pide a Dios que lo libere de su pesada carga, y le solicita que no haya necesidad de llevar a cabo los eventos que sabía debían ocurrir, sin embargo dejando la decisión final en Dios.
En este punto Judas aparece en escena, y los sinópticos agregan que Jesús alerta a sus discípulos acerca de esto antes de que Judas se acerque. Judas es acompañado por una multitud que los sinópticos reconocen como gente enviada por los sacerdotes principales, los escribas y los ancianos. Juan agrega que la multitud incluía a algunos soldados y oficiales de los sacerdotes principales y a fariseos. Indiferente, ante la entrada del grupo de hombres al jardín, Jesús salió a su paso y les preguntó, "¿A quién buscan?". Ellos contestaron que estaban en busca de Jesús de Nazaret y Judas se encontraba entre ellos. Jesús les contestó, "Soy yo", en este punto todos los miembros del grupo que venía a arrestarlo cayeron al suelo.




Siendo identificado, la multitud arresta a Jesús, aunque uno de los discípulos de Jesús intenta detenerlos usando una espada mediante la cual corta la oreja de uno de los hombres de la multitud. El evangelio de Juan especifica que fue Simón Pedro quién cortó la oreja de Malco, un sirviente de Caifás, el sumo sacerdote. Lucas agrega que Jesús curó la herida. Juan, Mateo y Lucas mencionan que Jesús criticó el acto de violencia, insistiendo en que no debían resistirse al arresto de Jesús.

En el evangelio de Mateo, Jesús dice todos los que toman la espada perecerán por la espada, expresión que se ha convertido en un tópico muy usado. Después del juicio de Jesús llevado a cabo por el Sanedrín, de acuerdo con el evangelio de Mateo, Judas se llena de remordimiento y trata de devolverles a los fariseos las treinta piezas de plata, diciendo que había "traicionado a sangre inocente". Cuando los sacerdotes rehúsan, diciéndole que su moral es asunto suyo, Judas, enojado, arroja el dinero en el templo, huye y se ahorca.

Este día en el festejo suele actuarse y recordar la ultima cena donde Jesús les lava los pies a los apóstoles, la cena de pan y vino y la profecía donde dicta que uno de los presentes lo va a traicionar.
Más tarde también se representa el prendimiento de Jesús y su encarcelamiento. Para recordar la traición y el remordimiento de Judas, en muchos lugares suele colgarse un muñeco de tamaño humano y se quema.

Viernes Santo: El juicio. 
El juicio se sitúa en el palacio de Herodes. En este caso el lugar elegido sería, sin duda, uno de los accesos principales, ya que era un juicio público y había que conjugar la presencia del gentío con la seguridad interna del recinto.
Los juicios romanos seguían un trámite estricto: los acusadores (cualquier ciudadano libre) presentaban los cargos y los testigos que los apoyaban. El acusado tenía tres oportunidades de defenderse.
Los miembros del Sanedrín, temerosos de Cristo, decidieron su muerte espoleados por Caifás, sumo sacerdote. Pero el sanedrín no tenía competencias jurídicas civiles y no podía aplicar la pena de muerte. Y a la vez no querían linchar a Jesús por temor a la reacción del pueblo, por lo que la solución de Caifás fue tratar de que fuera Roma la que ejecutara la pena y se llevara las culpas. Así que llevaron a Jesús ante Poncio Pilato y le acusaron no sólo de ser un blasfemo contra la Ley de Moisés (cosa que a Pilato le traía sin cuidado), sino también de "rebelión contra Roma", lo que llamó la atención del prefecto de Judea, aunque según narran los Evangelios se dio cuenta en seguida de que Jesús no era un peligro para Roma y que los judíos sólo pretendían involucrar a Roma en un asunto meramente religioso. Los acusadores deseaban la muerte de Jesús, pero como eran cobardes y viles, a la vez temían la reacción de los seguidores del Nazareno y por ello trataron que Pilato creyera que Jesús era un revolucionario anti-romano, pero Pilato no creyó eso:

Y levantándose todos ellos, le llevaron ante Pilato.
Comenzaron a acusarle diciendo: «Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey.»
Pilato le preguntó: « ¿Eres tú el Rey de los judíos?» Él le respondió: «Sí, tú lo dices.»
Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: «Ningún delito encuentro en este hombre.»
Pero ellos insistían diciendo: «Solivianta al pueblo, enseñando por toda Judea, desde Galilea, donde comenzó, hasta aquí.»
Al oír esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo.
Y, al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que por aquellos días estaba también en Jerusalén.
Cuando Herodes vio a Jesús se alegró mucho, pues hacía largo tiempo que deseaba verle, por las cosas que oía de él, y esperaba presenciar alguna señal que él hiciera.
Le preguntó con mucha palabrería, pero él no respondió nada.
Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándole con insistencia.
Pero Herodes, con su guardia, después de despreciarle y burlarse de él, le puso un espléndido vestido y le remitió a Pilato.
Aquel día Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues antes estaban enemistados.
Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo y les dijo: «Me habéis traído a este hombre como alborotador del pueblo, pero yo le he interrogado delante de vosotros y no he hallado en este hombre ninguno de los delitos de que le acusáis. Ni tampoco Herodes, porque nos lo ha remitido. Nada ha hecho, pues, que merezca la muerte. Así que le castigaré y le soltaré.»
Toda la muchedumbre se puso a gritar a una: « ¡Fuera ése, suéltanos a Barrabás!»
Este había sido encarcelado por un motín que hubo en la ciudad y por asesinato.
Pilato les habló de nuevo, intentando librar a Jesús, pero ellos seguían gritando: «¡Crucifícale, crucifícale!»
Por tercera vez les dijo: «Pero ¿qué mal ha hecho éste? No encuentro en él ningún delito que merezca la muerte; así que le castigaré y le soltaré.»
Pero ellos insistían pidiendo a grandes voces que fuera crucificado y sus gritos eran cada vez más fuertes.
Pilato sentenció que se cumpliera su demanda. Soltó, pues, al que habían pedido, el que estaba en la cárcel por motín y asesinato, y a Jesús se lo entregó a su voluntad.

Vía crucis.
También conocido como "Estaciones de la Cruz" y "Vía Dolorosa". Se trata de un acto de piedad, un camino de oración que busca con la meditación de la pasión y muerte de Jesucristo en su camino al Calvario. El camino se representa con una serie de catorce imágenes de la Pasión, denominadas estaciones, correspondientes a incidentes particulares que, según la tradición cristiana, Jesús sufrió por la salvación de la humanidad basados en los relatos evangélicos y la tradición.
La forma tradicional de esta práctica piadosa como en las siguientes:

Primera Estación: Jesús es condenado a muerte.
Segunda Estación: Jesús carga la cruz.
Tercera Estación: Jesús cae por primera vez.
Cuarta Estación: Jesús encuentra a su madre María.
Quinta Estación: Simón el Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz.
Sexta Estación: Verónica limpia el rostro de Jesús.
Séptima Estación: Jesús cae por segunda vez.
Octava Estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén.
Novena Estación: Jesús cae por tercera vez.
Décima Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras.
Undécima Estación: Jesús es clavado en la cruz.
Duodécima Estación: Jesús muere en la cruz.
Decimotercera Estación: Jesús es descendido de la cruz y puesto en brazos de María, su madre.
Decimocuarta Estación: Jesús es sepultado.

Las escenas que más se destacan en el vía crucis y las mas representadas en las tradiciones, son el encuentro con María, su madre, cuando lleva la cruz en la espalda y su madre llora de sufrimiento, a lo que Jesús le dice que se vaya, ya que su presencia lo atormenta más, citando “¿A que vienes aquí madre adorada? No consideras que con tu presencia aumenta mi tormento, que con tu llanto amargo y con tus penas, mil y mil veces angustiado muero, retírate de aquí, que no es debido que marches confundida entre este pueblo que me lleva con gusto al sacrificio, para dar a su mal feliz remedio. Vuélvete pues, allá penando sola lloraras por el hombre idiota y ciego, mas no te mire yo, madre y señora sufriendo los tormentos que padezco “.


También la negación del agua por Samuel:
“-Por caridad, alarme un poco de esa agua que contiene tu cántaro.
-Anda falso profeta, mi pozo se secaría si tus malditos labios bebieran de mi agua.
-Samuel, permíteme por caridad que descanse unos momentos a la sombra de este emparrado, no puedo con la fatiga, deja que descanse unos instantes en el apoyo de tu puerta.
-Anda hechicero maldito, tu contacto marchitaría los verdes pámpanos de mi palma.
-Samuel, aun puedes salvarte, ayúdame por caridad a llevar la cruz hasta el Gólgota el dolor me pesa y la fuerzas me abandonan
-¿Tu eres hijo de Dios? Pues entonces ¿Por qué no llamas a tus ángeles? Anda embaucador, anda hechicero, anda, anda, anda.
-Tú lo has dicho, tú lo quieres, quise darte el agua que aplaca la sed eterna y me has dicho ‘anda’. Te pedí un asiento para darte un trono en la mansión de los cielos y me has dicho ‘anda’. Te ofrecí el paraíso de mi padre y me has dicho ‘anda’. Pues bien Samuel Belibeth, yo luego descansare, pero tu andarás sin cesar hasta que yo vuelva, los siglos venideros te llamaran el ‘judío errante’, tu paso no se detendrá nunca, serás inmortal y la inmortalidad será tu mayos castigo. Prepara tus sandalias, prepara tu cayado de viaje. Me has dicho anda, anda, anda Samuel Belibeth, maldito como tu patria vagaras por el universo hasta el día del juicio final”.

 La ayuda por parte de Cirineo.

Cuando Verónica le limpia la cara a Jesús y su rostro queda impregnado en ella.

La crucifixión y la muerte de Jesús.

Cristo fue ejecutado por el método al que Cicerón describe como el más cruel y terrible de todos: la crucifixión.

La crucifixión ha sido una de las maneras más terribles en las que los hombres han sido asesinados por sus semejantes. La crucifixión no es sólo muerte, sino también tortura prolongada, dolor, agonía. La crucifixión, tan utilizada por los romanos, era el método de asesinato legal más terrorífico, y de esta forma actuaba no sólo como método de ejecución, sino como advertencia a todo el que pensara vulnerar las leyes. Por eso la crucifixión era pública y en lugares abiertos, para que los cuerpos quedaran expuestos y todos pudieran ver el castigo.

Por encima de su cabeza se clavaba un cartel donde se daba cuenta de los crímenes cometidos por el reo. En el caso de Jesús el cartel decía en latín: Iesus Nazarenus Rex Iodorum: Jesús de Nazaret Rey de los Judíos, cuya conocida abreviatura es INRI.
Después de crucificarlo, los soldados sortearon sus vestiduras y se las repartieron; y sentándose allí, se quedaron para custodiarlo. Al mismo tiempo, fueron crucificados con él dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda uno de los cuales se burló de Cristo, pero el otro se apiadó de él y Jesús le prometió la salvación. Es la famosa historia de "el ladrón bueno".Los que pasaban, lo insultaban y, moviendo la cabeza, decían: «Tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!». De la misma manera, los sumos sacerdotes, junto con los escribas y los ancianos, se burlaban, diciendo: « ¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es rey de Israel: que baje ahora de la cruz y creeremos en él. Ha confiado en Dios; que él lo libre ahora si lo ama» ya que él dijo: «Yo soy Hijo de Dios». Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, las tinieblas cubrieron toda la región. Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó en alta voz: «Elí, Elí, lemá sabactani», que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron: «Está llamando a Elías». En seguida, uno de ellos corrió a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña, le dio de beber. Pero los otros le decían: «Espera, veamos si Elías viene a salvarlo». Entonces Jesús, clamando otra vez con voz potente, entregó su espíritu.

Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
Benjamín y Cayo ayudaron a colocar la escalera que el discípulo de Jesús, José de Arimatea traía con él, pues había pedido el cuerpo a Pilato para enterrarlo. Bajaron al Señor con sumo cuidado. Lo recogió María en sus brazos. Todos formaron un corro alrededor de la Madre y del Hijo. Cayo sostuvo el brazo izquierdo de Jesús, Benjamín el derecho. Los dos observaronn las llagas de sus manos.
-Recordad su promesa –dice Juan-, el Señor volverá a estar con nosotros. Él es el verdadero Mesías, el que nos salva del pecado y de la muerte. No tengáis miedo.
- En una ocasión dijo –recordó una de las mujeres- que “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos”.
Y María Magdalena rezo en voz alta con unas palabras del profeta Isaías: “Él tomó nuestras enfermedades y cargó con nuestras dolencias”.

Cuesta arrancarle el Cuerpo de Jesús a María. Juan la abraza y la consuela. También los demás. José de Arimatea lo envuelve en una sábana limpia y lo deja en un pequeño carro. El sepulcro no está lejos. Todos le acompañan. Cayo se queda junto a María. Benjamín sin embargo sube al carro, junto al Cuerpo de Jesús.
La Cruz de Jesús queda ahí, sola, en la cumbre del monte Calvario. Antes de marcharse, sin que nadie se dé cuenta, Cayo la besa.

En la tradición, después de enterrar a Jesús, en algunos lugares se realiza una procesión llamada “la caminata de la soledad” o “la caminata del silencio” dedicada a María por su sufrimiento al perder a su hijo. Donde las personas acuden con una vela y en silencio recorren las calles.
En la representación, algunas veces aparte de los soldados, es muy común ver al centurión que va cuidando a Jesús de los fariseos.

Sábado de gloria o sábado santo: En este día propiamente no hay culto oficial, es un día de luto por la muerte del Salvador. Continúa durante el día la visita de los monumentos y la celebración del Vía crucis al igual que en el Viernes Santo. Al anochecer empieza la gran Vigilia Pascual, que en su primera parte (bendición el fuego nuevo y del agua, lecturas, letanías, profesión de fe y Bautizos) corresponde propiamente al sábado santo; pero la Misa de Gloria, muy solemne, con volteo de campanas y llena de aleluyas, corresponde a la celebración pascual de la Resurrección.

El sábado Santo es un día de luto que destaca por la ausencia de cultos oficiales. El día se dedica a la visita de los monumentos y a preparar la Vigilia Pascual. Es día de luto porque Cristo descansa en el sepulcro y hoy no hay misa. La iglesia guarda silencio: desde el viernes no suena el órgano acompañando los cantos, en señal de austeridad y dolor.

Domingo de resurrección: El Domingo de Resurrección, es el día en que Jesucristo resucita después de la crucifixión, va al encuentro con sus apóstoles y luego sube hacia los cielos, también es la finalización de la Semana Santa.
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos. Los discípulos regresaron entonces a su casa. María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?». María respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le preguntó: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?». Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo». Jesús le dijo: « ¡María!». Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: « ¡Raboní!», es decir « ¡Maestro!». Jesús le dijo: «No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: «Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes». María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras.

Y hasta aquí es donde termina la semana santa, ahora ven lo importante que es esta fecha para todos los creyentes y porque año con año se sigue recordando.
En mi opinión, como católica (y respetando todas las creencias) es una semana muy conmovedora, es una semana para reflexionar, para reunirse en familia, para celebrar que la salvación existe. Siempre que voy a ver las interpretaciones, algo dentro de mí cambia, es como si mi espíritu reaccionara, todos los sentimientos y emociones se vienen juntas. Hay que celebrar semana santa, no solo como fiesta, sino también como lo que es, date un momento para conocer la pasión de Cristo. Claro, también son días para festejar y debemos disfrutarlos.
Espero que les haya gustado y que tengan unas excelentes vacaciones.



Bibliografía:

http://goo.gl/HsBTkD
 http://www.iglesia.org/videos/item/1612-%C2%BFqu%C3%A9-celebramos-el-domingo-de-ramos
http://prodavinci.com/2015/03/30/vivir/que-conmemora-la-iglesia-catolica-el-lunes-santo-semanasanta/
https://es.wikipedia.org/wiki/Mi%C3%A9rcoles_Santo


http://www.sepulcro.custodia.org/default.asp?id=4377